* Tomado del muro de Facebook del periodista Héctor Miranda
El béisbol en Cuba va cuesta abajo. Se acaba poco a poco y cede espacios al fútbol a pasos agigantados. Ya no hay béisbol por diversión, ese de los placeres, donde jugaban los niños, los jóvenes el fin de semana, y hasta los viejos. Eso es historia.
Antes, yo que nací en Quemado de Güines, salía de allá hacia La Habana un sábado en la mañana y veía decenas de piquetes –odio esta palabra, pero es la que va- en todos los pueblitos, y a veces hasta en campos donde solo se veían dos casitas. Eso no es culpa de Higinio (Vélez), ni de su antecesor, Carlos Rodríguez, aquel que solo le daba entrevistas a la agencia AP, cualquiera sabe por qué.
Y luego, ya no hay municipales, aquellos torneos que se jugaban entre escuelas o barrios, y las provinciales las hacen por puro formalismo. La nacional no sirve, pero no desde ahora sino desde hace muchos años, desde antes de Higinio, incluso.
Nuestro deporte nacional, contrario a lo que sucede en el mundo en tiempos de especialización, se rige por el más absoluto empirismo. He estado en un congresillo técnico, al cual se supone que los organizadores del torneo lleven el reglamento del mismo solo para informarlo, y solo por el criterio festinado de algún periodista, se ha cambiado el reglamento. Y no ha sido solo una vez. Que conste.
Hay improvisación en todo. No hay un manager en Cuba que maneje el pitcheo como debe ser. No hay un cerrador en Cuba. Y que no me diga nadie que José Ángel García, Carlos Juan Viera o no sé quien más. No lo hay, porque los cerradores -todos en todas las ligas- tienen una característica en común: tienen una recta super rápida. Y eso no existe en Cuba. NO tenemos pitchers de velocidad. No es tampoco culpa de Higinio Vélez, pero eso falta. Cerradores pudieran ser Lahera o Vladimir, pero como cerradores nunca hubieran ido a ningún lugar, nunca los hubieran tenido en cuenta. Y, además, las provincias de ellos, los necesitaban para caminar juegos no para asegurar una victoria que cualquiera sabe cuando iba a llegar.
Sí es culpa de Higinio que sigamos con 16 equipos, de los cuales sobran por lo menos 10. Si es culpa de Higinio la mediocridad de la liga, los estadios en pésimas condiciones, las improvisaciones de los directores, el arbitraje pésimo -pese a que Del Río del Risco (o al revés), el del pelo pintado que habla y lo esdrujuliza todo en la TV, diga que es bueno.
Es su culpa no habernos insertado antes en otras ligas, aunque él no lo decide. Pero debió hacer fuerza o renunciar, con dignidad. (…).
Todo eso anda mal. Y también anda mal aquello que se mueve en los alrededores del béisbol, sobre todo la prensa. Esa que, como Higinio, come del béisbol, se hace la de la vista gorda y mientras acaba con la inteligencia del cubano común, le hace juego a todo.
En realidad, da pena escuchar las transmisiones. Cualquiera, no solo las de Isla Margarita, sino aquellas de la Serie Nacional, de Mundiales, Clásicos… Hay lluvias de loas, de justificaciones, de comentarios banales, con una preferencia increíble por la improvisación, con irrespeto total a la inteligencia humana.
En fin… fui por años un fan empedernido de la pelota, de la cubana, pero desde hace tiempo mi estómago no soporta ciertas cosas. Y eso duele, porque el béisbol es más de Cuba que de Puerto Rico, Venezuela o Dominicana.
Yo creo que es hora de hacer algo, de que ¿alguien? se siente y diga que está bueno, que es hora de cambiar cosas. Pero cambiar de verdad. Solo que no tengo ideas de quién lo pudiera hacer. Lo juro.
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