Podría decir de golpe y porrazo -sin correr el riesgo de ser exagerado y parcial- que Cienfuegos será el privilegiado en la porfía frente a Villa Clara por conseguir uno de los dos boletos para la discusión del título de Cuba en la actual temporada beisbolera.
Sin embargo, no se puede ser pretencioso en el pronóstico; porque, a pesar de dar como favorito a los de la Perla del Sur, hay detalles que mandan la balanza de un lado a otro, incluso que la inclinan para los villaclareños.
Entonces, ¿a qué apostar, al temible bateo de Molinet, Abreu y William Luis o a la efectividad de Freddy Assiel, Diosdani Castillo y Jonder Martínez?
¿A qué otorgarle mayor preeminencia, a la hermética defensa de los villaclareños –con un Manduley en el campo corto que cometió ¡un error! en la última fase- o a unos cienfuegueros menos precisos, que presume de la “espectacularidad” de El Grillo Arruebarruena, pese a sus 10 marfiladas?
¿Pesará más una historia que se inclina 87 triunfos por 49 a favor de Villa Clara o el 6-3 de la temporada que consiguieron los paquidermos?
¿Iday o Moré, cuál de los dos tiene maneras más acertadas para conducirse en una etapa crucial?
Realmente Cienfuegos solamente supera a Villa Clara en el bateo, y para ser justos estos últimos se las arreglaron para ganar la misma cantidad de juegos que sus rivales de turno (26-16) en el último segmento del campeonato, amén de su incapacidad al bate.
Si importante es el potencial ofensivo de los Elefantes, tanto o más lo es el pitcheo y la defensa de los Naranjas.
Los villaclareños redondearon un cuerpo de lanzadores (abridores y bullpen) más sólido que sus rivales, que junto con el experimentado máscara Ariel Pestano Valdés, conforman una batería (pitcher-receptor) insuperable.
Pestano será una pieza clave para manejar el staff de los centrales. Su experiencia le aporta un plus al equipo. Conoce mejor que nadie las debilidades de los adversarios y sabe cómo sacar provecho de las potencialidades de sus serpentineros; además es uno de los pocos receptores que puede contrarrestar la velocidad en el corrido de bases de los cienfuegueros.
La defensa de los de Moré fue casi exacta en la etapa elite. Jugaron para 986 (24 errores, 0,57 por partidos) y 69 doble plays; aunque la de los Elefantes también fue muy buena (981/ 33), pero con la diferencia que apuntábamos en el short stop.
La gran carencia de los cienfuegueros radica en que no tienen un lanzador con etiqueta de líder y un receptor experimentado, y eso en un torneo corto y de alta tensión pasa factura (recuerden lo que le pasó a Cuba en le III Clásico Mundial de Béisbol).
Villa Clara tiene en contra la mencionada crisis de bateo y en la pelota se gana haciendo carreras (está sobredicho). Pero no solo eso, también adolece de aquel atributo que lo hacia temible: velocidad en función de la ofensiva. Le cuesta trabajo activar la registradora como años atrás, sin apenas conectar un indiscutible.
Finalmente mi crédito para el mesurado estratega Iday Abreu; puede marcar la diferencia.
Como siempre, el ganador se definirá entre las rayas de cal, pero Villa Clara no es una naranja hecha lonjas o un jugo con cubitos de hielo dentro. Los Elefantes han de andar con pies de elefantes si quieren seguir pisando fuerte en la jungla beisbolera cubana.
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